Amenazas. La cuenca vertiente de la Albufera, lejos de la protección que otorga el estatus de parque natural, está acumulando cientos de toneladas de escombros y residuos, aparecen nuevos vertidos en los cauces y se construyen instalaciones ilegales. Todo acabará en el fondo del lago con la próxima riada como ya ocurrió en el año 2000.
La mejoría experimentada en los últimos cuatro años por el parque, gracias a mayores aportes hídricos y de mayor calidad y a la entrada en servicio de las últimas depuradoras destinadas a blindar el lago, han permitido que la Albufera viva un momento dulce, una visión con la que coinciden, con matices, las administraciones responsables del parque natural y las ONG que velan por su conservación.
Sin embargo, en torno al perímetro del parque y en especial en la cuenca hidrográfica del barranco del Poyo o de Chiva se está gestando una nueva agresión al lago de proporciones descomunales de la que no existe la menor conciencia ciudadana ni figura entre las prioridades de la Administración.
La Albufera no empieza ni acaba en el lago, ni en el marjal, ni tampoco en la Devesa, ni se nutre únicamente de las aguas del Júcar y del Túria. El parque natural abarca 21.020 hectáreas, aunque el lago recoge directamente las escasas aguas de un amplio territorio que suma 367,6 km?.
La otra Albufera, de la que nadie habla, arranca a 45 kilómetros del centro del lago, en la sierra de Chiva, en escorrentías que recoge el barranco del mismo nombre y al que en su tramo final se llama también del Poyo o de Torrent.
Al llegar a la altura de la circunvalación de Valencia A-7, y justo en el cruce de la autopista con la A-3, el barranco entra en una zona muy llana plena de pequeñas cuencas endorreicas, sin cauces definidos, que se inundan en cada avenida, incapaces de desaguar las aguas torrenciales.
Así, el cauce principal del barranco, que alcanza los 200 metros de anchura en su intersección con la A-3, muere poco después en una pequeña regata, apenas una acequia. A partir de este punto, las avenidas del barranco derramaban históricamente en dirección al Túria y a la Albufera. Lo hacían lentamente y a través de los campos, incluso después de que en los primeros años del siglo XX se abriera un cauce artificial para conectar la rambla de Chiva con el vecino barranco del Gállego. Justo en este punto y en los alrededores se concentra la bomba de relojería que puede afectar a la Albufera. Aquí llegan los vertidos del vecino polígono industrial de Riba-roja y aquí se ha construido también, justo en la intersección de ambos barrancos y rompiendo el flujo de la inundación, un gran almacén de construcción.
Sin embargo, el riesgo mayor se concentra en pequeños huecos del terreno, ocupados antaño por cultivos, en los que se ha excavado para sacar zahorras y en los que se depositan ahora residuos sin control. La lejanía de los cascos urbanos de Chiva, Riba-Roja, Aldaia, Quart y Torrent, que comparten territorio en la zona, complica una vigilancia efectiva.
En 2000, una gota fría arrasó esta zona, abrió nuevos cauces y vació enormes depósitos clandestinos de residuos acumulados durante años que acabaron en la Albufera. La rambla del Poyo tuvo un caudal punta de 450 metros cúbicos por segundo que al abrirse en abanico lavó todo. Ahora, las sucesivas descargas de residuos han vuelto a activar la bomba de relojería.
Según un estudio realizado por Typsa para el Ministerio de Medio Ambiente, durante el episodio del año 2000, solo la rambla del Poyo aportó 748.872 toneladas de sedimentos que no incluyen los citados depósitos de residuos, aunque ambos acortaron la vida del lago, amenazada por la colmatación.
Propuestas en saco roto
En 2006, la Albufera fue objeto de una misión de asesoramiento Ramsar, el convenio internacional que protege las zonas húmedas. Entre sus conclusiones destacaba una amenaza motivo de preocupación: "el evidente proceso de colmatación por el aporte de sedimentos de barrancos y acequias".
El informe proponía "un área de amortiguación de impactos" con un tratamiento "integral" de toda la cuenca vertiente y una gestión también "totalmente integrada" de la que carece el entorno del parque natural y que amenaza su supervivencia.
Un "Mestalla" entre barrancos
Justo en el lugar en el que confluyen artificialmente el barranco del Gállego y la rambla del Poyo se ha levantado un gran almacén de materiales de construcción del que es titular la empresa Bertolín, una de las constructoras del nuevo estadio de Mestalla, según confirmaron fuentes del Ayuntamiento de Quart de Poblet. La estructura, con muros de casi tres metros de altura que interceptan el flujo de avenida de las aguas, amenaza con desbordar los caudales durante una riada en dirección a la A-3 y a los campos y masías cercanos, donde se acumulan grandes depósitos de escombros y residuos. Fuentes municipales reconocen que el almacén es "ilegal" y fue construido "sin licencia" sobre suelo no urbanizable y con riesgo de inundación, según el Patricova. El ayuntamiento intervino en octubre de 2010, con el almacén terminado y ya en 2011 ordenó el desalojo de las instalaciones, incluida la demolición del vallado, el desalojo de la maquinaria y el cese de la actividad. La empresa aún dispone de 5 meses para cumplir la orden. j. s. valencia
fuente.- levante-emv
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