Os vuelvo a poner esta entrada que ya obra en este blog desde hace tiempo, para que "perdais" unos minutos en su lectura y se saquen las conclusiones oportunas; lo que aquí consta, evidentemente no es cosa mia, sino es un informe de D. Carles Sanchis i Ibor, geògraf, Premi Bancaixa d'investigació sobre el Medi ambient 97 y creo que no tiene desperdicio por estar fundamentado en todos sus extremos:
El proyecto de encauzamiento de los barrancos de Chiva, la Saleta, la Horteta, de Gallego y del Pozalet, promovido por la Confederación Hidrográfica del Júcar --ente vinculado a la Dirección General de Obras Hidráulicas y Calidad de las Aguas del Ministerio de Medio Ambiente--, es una actuación cuyo desarrollo causaría un impacto crítico e irreversible sobre el Parque Natural de l'Albufera de València, espacio protegido por la legislación autonómica, por diversas directivas europeas --74/409 sobre Conservación de Aves Silvestres y 92/43 sobre Conservación de Hábitats y Flora y Fauna Silvestres-- y por diversos convenios internacionales (Acuerdos de Ramsar). Las obras previstas por el citado proyecto, como se demuestra en los informes adjuntos, comportan el arrasamiento de un paisaje histórico de un valor simbólico para los valencianos e implican la destrucción de la cubierta vegetal de diversas zonas de ribera, la eliminación de valiosas formaciones palustres y la desaparición de importantes zonas de cría y anidamiento de especies protegidas y/o en peligro de extinción. El impacto ambiental de dicha iniciativa es, sólo por estos efectos, suficiente para exigir la suspensión inmediata del proyecto. Pero además, desde una perspectiva hidrogeomorfológica, hay otras razones de peso para demandar la paralización de dicha iniciativa. Por ello, el presente informe se centra exclusivamente en las repercusiones hidráulicas y sedimentarias de las obras mencionadas. Desde esta perspectiva, existen cuatro razones fundamentales --seguidamente enumeradas-- que demuestran los daños irreversibles que la implementación del proyecto generaría sobre el Parque Natural de l'Albufera de València. 1. La modificación de las características hidráulicas del cauce de estos barrancos, según plantea el proyecto, comportará un considerable incremento de la tasa de relleno de l'Albufera, provocando la colmatación de la laguna. L'Albufera de Valencia es hoy día un estanque con una profundidad media de apenas un metro, una delgada lámina de agua cuya conservación depende del equilibrio entre el balance sedimentario de su cuenca hidrográfica --de la que dichos barrancos constituyen cerca del 70% de sus superficie-- y los procesos de compactación y la subsidencia del espacio palustre. Históricamente y hasta el día de hoy, la mayor parte de los sedimentos aportados por los barrancos colindantes o por los desbordamientos de los ríos Júcar y Turia, se depositaban en la marjal adyacente al lago, como han constatado los doctores Rosselló, Sanjaume, Segura, López y Pardo en estudios publicados por el Departamento de Geografía de la Universidad de Valencia. Así ocurrió, por ejemplo, durante las riadas del Júcar de 1982 y 1987 o las crecidas del barranco de Torrent de 1988 y 1990. De hecho, hasta hace unas décadas el cauce del barranco no disponía de motas o márgenes en la marjal y el barranco se convertía en una acequia más de las que circulan por el arrozal hasta desembocar en el lago. En el plano adjunto --conservado en el Archivo de la Diputación Provincial de Valencia-- de finales del siglo XIX, se muestra como el cauce del barranco no llegaba hasta el estanque. Esto sucede hoy todavía con otras ramblas de la cuenca hidrográfica de l'Albufera, como el barranco del Tramusser, el de Picassent o el dels Algadins, algunos de los cuales disponen de encauzamientos parciales, que siempre finalizan en la zona de contacto entre los abanicos aluviales y la marjal arrocera. La marjal ha sido secularmente, por tanto, la zona de decantación de la carga sedimentaria aportada por el barranco de Torrent durante los episodios de crecida. Ahora bien, estas condiciones hidrodinámicas que han permitido la conservación del ecosistema lagunar hasta nuestros días variarán en caso de construirse un nuevo cauce. El diseño del encauzamiento incorpora la eliminación de sinuosidades, la disminución de la rugosidad del cajero y el incremento de su capacidad. Estas actuaciones, que persiguen acelerar la circulación del agua en las crecidas, comportarán un incremento del volumen y la velocidad del caudal y de la carga sedimentaria del barranco. Dado que el cauce artificial se prolonga hasta la orilla del estanque, los sedimentos que durante siglos han quedado retenidos en la marjal --asegurando la conservación del lago-- serán conducidos directamente hacia su interior. Por ello, la tasa de relleno de la laguna se incrementaría notablemente, reduciendo de manera considerable la superficie del humedal y condenando éste a una rápida y segura colmatación. 2. El encauzamiento artificial del barranco aumentará la velocidad del flujo hidráulico, provocando la remoción de los metales pesados acumulados en el fondo del lago. Los aportes continuados de sustancias contaminantes sobre la red de riego que alimenta el humedal, han generado una capa de lodos tóxicos que cubre toda la superficie del fondo lagunar. Esta capa sedimentaria de partículas de pequeño calibre y escaso peso, contienen una importante cantidad de metales pesados, precipitados en formas químicas poco activas. En algunos puntos del lago, la concentración de metal es tal, que supera los porcentajes exigidos para rentabilizar explotaciones mineras. En las inmediaciones de la desembocadura del barranco, por la proximidad de la acequia del Ravisanxo --que vehicula el 80% de la contaminación que hoy entra al estanque--, la concentración de toxinas es particularmente elevada. La llegada de los caudales de crecida a través del cauce artificializado, con una considerable velocidad, causaría la reactivación de estas sustancias. Revueltos por las turbulencias, los fangos contaminados se redisolverían, convirtiéndose en compuestos químicos oxidados, que pasarían a los organismos acuáticos. A través de éstos, podrían afectar a toda la cadena trófica del humedal y provocar mortandades extraordinarias. 3. El proyecto contempla la conexión de áreas semiendorreicas que actualmente laminan las inundaciones en dicha cuenca, por lo que se incrementaría el caudal y los aportes sedimentarios de la red de barrancos. La cuenca hidrográfica del barranco de Torrent se compone en realidad de varias subcuencas semiendorreicas. Al norte, la Rambla del Poyo, alimentada por el barranco de Chiva y el de la Morica, drena la cara este de la Sierra de los Bosques y los llanos de Cheste y Chiva y su cauce desaparece al sur del Pla de Quart, en una zona endorreica denominada les Basses. Paralela a ésta circula el barranco del Pozalet, cuyo curso también se pierde en las inmediaciones del Pla de Quart. Al sur, por contra, el barranco de Torrent recibe las escorrentías de la Serra Perenxisa. Es una red bien organizada que desemboca en l'Albufera. Sólo después del siglo XVIII se conectaron el barranco de Torrent y la Rambla del Poyo, mediante una acequia de escasa capacidad. Por ello, las riadas de la Rambla del Poyo no afectaban a las zonas próximas a l'Albufera, ni incrementaban excesivamente el pico de crecida del barranco de Torrent. La inundación de la zona de les Basses, hoy todavía libre de edificaciones e infraestructuras, laminaba las crecidas y retenía los sedimentos. Sin embargo, el proyecto planteado por la Confederación Hidrográfica contempla la conexión de ambas cuencas mediante un cauce artificial, el cual paradójicamente, incrementará el caudal del barranco de Torrent en momentos de precipitaciones extraordinarias. Por un lado, resulta incomprensible desaprovechar la capacidad natural de embalse de esta zona inundable, actualmente compatible con los usos del suelo --agrarios. Por otra parte, la conexión de ambas cuencas aumentará los aportes sedimentarios del barranco de Torrent, hecho que comportará un incremento sustancial de los materiales en suspensión transportados hasta el lago de l'Albufera. 4. Se trata de una obra de una dureza innecesaria, fruto de una concepción ingenieril desfasada e incompatible con los actuales paradigmas de la ordenación territorial. El proyecto presenta diversas contradicciones. Una de ellas, como ya hemos visto, es desperdiciar el uso de zonas inundables de la cuenca del barranco que permiten laminar las crecidas. Pero quizás, por su elevado impacto ambiental, es el encauzamiento del tramo final --entre la Punta de Llebeig y la Pista de Silla--, el que resulta más paradójico, pues falta a un principio hidráulico fundamental. Si en lugar de proyectar la construcción de un cauce artificial sobre grandes diques --de nefasto impacto visual y ecológico--, se permitiera la dispersión del flujo hidráulico por la marjal albufereña, se conseguiría una evacuación más rápida de los caudales transportados por el barranco, aliviando los posibles problemas generados aguas arriba de la pista de Silla. Esto sería posible sin riesgos, dado que la inundabilidad de la marjal arrocera, además de ser un proceso natural y un rasgo definitorio de este espacio, no plantea conflictos con los usos del suelo, puesto que en el interior del Parque Natural están prohibidas las actividades industriales y urbanísticas. El valor de los bienes afectados por la crecida en la marjal serían escasos. Asimismo, el proyecto desoye, una a una, todas las propuestas sobre encauzamientos formuladas en el Libro Blanco del Agua, editado por el Ministerio de Medio Ambiente --del que depende la Confederación Hidrográfica--. Es en definitiva, una "obra dura" propia de una ingeniería desfasada, cuando en estos momentos, en los países de la Unión Europea y en los Estados Unidos se plantean encauzamientos respetuosos con el medio ambiente e incluso, se ponen en marcha operaciones de rehabilitaciones de cauces afectados por intervenciones duras, restableciendo sinuosidades y restaurando bosques de ribera, como se ha llevado a cabo, por ejemplo, con el Danubio a su paso por Viena.Resumiendo, el proyecto actual de encauzamiento de los barrancos y ramblas del Poyo, Pozalet, Chiva, Torrent y Gallego, tal y como ha sido concebido por la Confederación Hidrográfica del Júcar, supone una agresión gratuita e innecesaria a un espacio de una alta calidad ambiental. Los daños que el desarrollo de dicho proyecto comportaría serían difícilmente reparables, especialmente por lo que respecta al último tramo del encauzamiento, dentro del Parque Natural de l'Albufera de Valencia. Resulta especialmente llamativo que este tramo, el menos urgente por lo que hace al riesgo de inundación y a los daños que podrían generarse en caso de desbordamiento, es precisamente el primero que se tiene previsto acometer. Esto demuestra que los criterios que han regido la planificación de esta obra hidráulica no son la protección frente a las inundaciones ni el respeto al medio ambiente, responden a otros intereses.
SALUDOS...........GIL
El proyecto de encauzamiento de los barrancos de Chiva, la Saleta, la Horteta, de Gallego y del Pozalet, promovido por la Confederación Hidrográfica del Júcar --ente vinculado a la Dirección General de Obras Hidráulicas y Calidad de las Aguas del Ministerio de Medio Ambiente--, es una actuación cuyo desarrollo causaría un impacto crítico e irreversible sobre el Parque Natural de l'Albufera de València, espacio protegido por la legislación autonómica, por diversas directivas europeas --74/409 sobre Conservación de Aves Silvestres y 92/43 sobre Conservación de Hábitats y Flora y Fauna Silvestres-- y por diversos convenios internacionales (Acuerdos de Ramsar). Las obras previstas por el citado proyecto, como se demuestra en los informes adjuntos, comportan el arrasamiento de un paisaje histórico de un valor simbólico para los valencianos e implican la destrucción de la cubierta vegetal de diversas zonas de ribera, la eliminación de valiosas formaciones palustres y la desaparición de importantes zonas de cría y anidamiento de especies protegidas y/o en peligro de extinción. El impacto ambiental de dicha iniciativa es, sólo por estos efectos, suficiente para exigir la suspensión inmediata del proyecto. Pero además, desde una perspectiva hidrogeomorfológica, hay otras razones de peso para demandar la paralización de dicha iniciativa. Por ello, el presente informe se centra exclusivamente en las repercusiones hidráulicas y sedimentarias de las obras mencionadas. Desde esta perspectiva, existen cuatro razones fundamentales --seguidamente enumeradas-- que demuestran los daños irreversibles que la implementación del proyecto generaría sobre el Parque Natural de l'Albufera de València. 1. La modificación de las características hidráulicas del cauce de estos barrancos, según plantea el proyecto, comportará un considerable incremento de la tasa de relleno de l'Albufera, provocando la colmatación de la laguna. L'Albufera de Valencia es hoy día un estanque con una profundidad media de apenas un metro, una delgada lámina de agua cuya conservación depende del equilibrio entre el balance sedimentario de su cuenca hidrográfica --de la que dichos barrancos constituyen cerca del 70% de sus superficie-- y los procesos de compactación y la subsidencia del espacio palustre. Históricamente y hasta el día de hoy, la mayor parte de los sedimentos aportados por los barrancos colindantes o por los desbordamientos de los ríos Júcar y Turia, se depositaban en la marjal adyacente al lago, como han constatado los doctores Rosselló, Sanjaume, Segura, López y Pardo en estudios publicados por el Departamento de Geografía de la Universidad de Valencia. Así ocurrió, por ejemplo, durante las riadas del Júcar de 1982 y 1987 o las crecidas del barranco de Torrent de 1988 y 1990. De hecho, hasta hace unas décadas el cauce del barranco no disponía de motas o márgenes en la marjal y el barranco se convertía en una acequia más de las que circulan por el arrozal hasta desembocar en el lago. En el plano adjunto --conservado en el Archivo de la Diputación Provincial de Valencia-- de finales del siglo XIX, se muestra como el cauce del barranco no llegaba hasta el estanque. Esto sucede hoy todavía con otras ramblas de la cuenca hidrográfica de l'Albufera, como el barranco del Tramusser, el de Picassent o el dels Algadins, algunos de los cuales disponen de encauzamientos parciales, que siempre finalizan en la zona de contacto entre los abanicos aluviales y la marjal arrocera. La marjal ha sido secularmente, por tanto, la zona de decantación de la carga sedimentaria aportada por el barranco de Torrent durante los episodios de crecida. Ahora bien, estas condiciones hidrodinámicas que han permitido la conservación del ecosistema lagunar hasta nuestros días variarán en caso de construirse un nuevo cauce. El diseño del encauzamiento incorpora la eliminación de sinuosidades, la disminución de la rugosidad del cajero y el incremento de su capacidad. Estas actuaciones, que persiguen acelerar la circulación del agua en las crecidas, comportarán un incremento del volumen y la velocidad del caudal y de la carga sedimentaria del barranco. Dado que el cauce artificial se prolonga hasta la orilla del estanque, los sedimentos que durante siglos han quedado retenidos en la marjal --asegurando la conservación del lago-- serán conducidos directamente hacia su interior. Por ello, la tasa de relleno de la laguna se incrementaría notablemente, reduciendo de manera considerable la superficie del humedal y condenando éste a una rápida y segura colmatación. 2. El encauzamiento artificial del barranco aumentará la velocidad del flujo hidráulico, provocando la remoción de los metales pesados acumulados en el fondo del lago. Los aportes continuados de sustancias contaminantes sobre la red de riego que alimenta el humedal, han generado una capa de lodos tóxicos que cubre toda la superficie del fondo lagunar. Esta capa sedimentaria de partículas de pequeño calibre y escaso peso, contienen una importante cantidad de metales pesados, precipitados en formas químicas poco activas. En algunos puntos del lago, la concentración de metal es tal, que supera los porcentajes exigidos para rentabilizar explotaciones mineras. En las inmediaciones de la desembocadura del barranco, por la proximidad de la acequia del Ravisanxo --que vehicula el 80% de la contaminación que hoy entra al estanque--, la concentración de toxinas es particularmente elevada. La llegada de los caudales de crecida a través del cauce artificializado, con una considerable velocidad, causaría la reactivación de estas sustancias. Revueltos por las turbulencias, los fangos contaminados se redisolverían, convirtiéndose en compuestos químicos oxidados, que pasarían a los organismos acuáticos. A través de éstos, podrían afectar a toda la cadena trófica del humedal y provocar mortandades extraordinarias. 3. El proyecto contempla la conexión de áreas semiendorreicas que actualmente laminan las inundaciones en dicha cuenca, por lo que se incrementaría el caudal y los aportes sedimentarios de la red de barrancos. La cuenca hidrográfica del barranco de Torrent se compone en realidad de varias subcuencas semiendorreicas. Al norte, la Rambla del Poyo, alimentada por el barranco de Chiva y el de la Morica, drena la cara este de la Sierra de los Bosques y los llanos de Cheste y Chiva y su cauce desaparece al sur del Pla de Quart, en una zona endorreica denominada les Basses. Paralela a ésta circula el barranco del Pozalet, cuyo curso también se pierde en las inmediaciones del Pla de Quart. Al sur, por contra, el barranco de Torrent recibe las escorrentías de la Serra Perenxisa. Es una red bien organizada que desemboca en l'Albufera. Sólo después del siglo XVIII se conectaron el barranco de Torrent y la Rambla del Poyo, mediante una acequia de escasa capacidad. Por ello, las riadas de la Rambla del Poyo no afectaban a las zonas próximas a l'Albufera, ni incrementaban excesivamente el pico de crecida del barranco de Torrent. La inundación de la zona de les Basses, hoy todavía libre de edificaciones e infraestructuras, laminaba las crecidas y retenía los sedimentos. Sin embargo, el proyecto planteado por la Confederación Hidrográfica contempla la conexión de ambas cuencas mediante un cauce artificial, el cual paradójicamente, incrementará el caudal del barranco de Torrent en momentos de precipitaciones extraordinarias. Por un lado, resulta incomprensible desaprovechar la capacidad natural de embalse de esta zona inundable, actualmente compatible con los usos del suelo --agrarios. Por otra parte, la conexión de ambas cuencas aumentará los aportes sedimentarios del barranco de Torrent, hecho que comportará un incremento sustancial de los materiales en suspensión transportados hasta el lago de l'Albufera. 4. Se trata de una obra de una dureza innecesaria, fruto de una concepción ingenieril desfasada e incompatible con los actuales paradigmas de la ordenación territorial. El proyecto presenta diversas contradicciones. Una de ellas, como ya hemos visto, es desperdiciar el uso de zonas inundables de la cuenca del barranco que permiten laminar las crecidas. Pero quizás, por su elevado impacto ambiental, es el encauzamiento del tramo final --entre la Punta de Llebeig y la Pista de Silla--, el que resulta más paradójico, pues falta a un principio hidráulico fundamental. Si en lugar de proyectar la construcción de un cauce artificial sobre grandes diques --de nefasto impacto visual y ecológico--, se permitiera la dispersión del flujo hidráulico por la marjal albufereña, se conseguiría una evacuación más rápida de los caudales transportados por el barranco, aliviando los posibles problemas generados aguas arriba de la pista de Silla. Esto sería posible sin riesgos, dado que la inundabilidad de la marjal arrocera, además de ser un proceso natural y un rasgo definitorio de este espacio, no plantea conflictos con los usos del suelo, puesto que en el interior del Parque Natural están prohibidas las actividades industriales y urbanísticas. El valor de los bienes afectados por la crecida en la marjal serían escasos. Asimismo, el proyecto desoye, una a una, todas las propuestas sobre encauzamientos formuladas en el Libro Blanco del Agua, editado por el Ministerio de Medio Ambiente --del que depende la Confederación Hidrográfica--. Es en definitiva, una "obra dura" propia de una ingeniería desfasada, cuando en estos momentos, en los países de la Unión Europea y en los Estados Unidos se plantean encauzamientos respetuosos con el medio ambiente e incluso, se ponen en marcha operaciones de rehabilitaciones de cauces afectados por intervenciones duras, restableciendo sinuosidades y restaurando bosques de ribera, como se ha llevado a cabo, por ejemplo, con el Danubio a su paso por Viena.Resumiendo, el proyecto actual de encauzamiento de los barrancos y ramblas del Poyo, Pozalet, Chiva, Torrent y Gallego, tal y como ha sido concebido por la Confederación Hidrográfica del Júcar, supone una agresión gratuita e innecesaria a un espacio de una alta calidad ambiental. Los daños que el desarrollo de dicho proyecto comportaría serían difícilmente reparables, especialmente por lo que respecta al último tramo del encauzamiento, dentro del Parque Natural de l'Albufera de Valencia. Resulta especialmente llamativo que este tramo, el menos urgente por lo que hace al riesgo de inundación y a los daños que podrían generarse en caso de desbordamiento, es precisamente el primero que se tiene previsto acometer. Esto demuestra que los criterios que han regido la planificación de esta obra hidráulica no son la protección frente a las inundaciones ni el respeto al medio ambiente, responden a otros intereses.
SALUDOS...........GIL
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