Una a una, todas las semillas se limpian y pelan a mano, para después criarlas en los semilleros del vivero que tiene el Ayuntamiento en la pedanía de El Saler. Una de las flores que aparece más citada en la Biblia, el lirio, tiene también su hueco en el parque natural de la Albufera y más ahora que toca reforzar las motas (muros de tierra) que separan los arrozales, antes de la próxima inundación de los campos de cultivo. Hasta 3.000 plantas se han repartido entre los agricultores, como una eficaz barrera de defensa natural.
El hormigón está prohibido en este tipo de construcciones, al estar los arrozales dentro de los límites del parque natural. Ese es el motivo, indicó ayer el concejal de Pedanías, Vicent Aleixandre, de que sea particularmente difícil mantener cada año los muros de tierra sin que se produzcan daños.
«Los lirios también ayudan a preservar el paisaje tradicional de este entorno de gran valor». Los viveros, en la antigua carretera Nazaret-Oliva, tienen uno de los bancos de semillas más completos de Europa, en particular de especies mediterráneas.
La restauración de las dunas y la reapertura de las malladas es buen ejemplo de este trabajo, que se completa con campañas populares de plantación, dirigidas sobre todo a escolares. Por último, las brigadas municipales arrancan las variedades alóctonas, como el eucaliptus, que perjudican al resto.
La plantación de los lirios en los márgenes de las acequias y los campos de arroz permite la sujeción de la tierra y evita la aparición de malas hierbas en los arrozales. El lirio amarillo, parte tradicional del paisaje de la Albufera, es la alternativa «a la utilización de materiales de construcción para impedir que el agua arrastre y desmorone los muros de los campos».
El lirio amarillo vive fundamentalmente alrededor de la cuenca del Mediterráneo y su uso es ideal en las zonas palustres. Su flor es la conocida como Flor de Lis, símbolo de los Borbones, y su floración comienza en abril, así que esta es la mejor época para disfrutar del paisaje teñido de amarillo que imprimen sus grandes flores de hasta diez centímetros de diámetro.
Los viveros también han surtido en los últimos años de plantas para los proyectos de recuperación de dunas en El Saler y la parte sur de Pinedo. La iniciativa se completa con el vallado alrededor de los montículos para evitar que sean pisoteados. La experiencia ha servido para que los técnicos municipales asesoren a los de otros Ayuntamientos en las técnicas de plantación y fijación de dunas, que en el caso de Valencia han servido para eliminar las obras de los 70.
LP hoy
SALUDOS...........GIL
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