Un electoralismo muy salado
Mientras el PP modera su discurso hidrológico en pos de un nuevo
consenso que evite más tensión entre comunidades autónomas,
especialmente ahora que controla nuevos gobiernos regionales como el de
Aragón, cuya presidenta, Luisa Fernanda Rudí, se niega tajantemente a
ceder ni una gota de agua a los valencianos, no estaría de más que el
Consell levantara el bloqueo que mantiene desde 2009 sobre las obras
complementarias que se requieren para poner en funcionamiento la
desalinizadora de Torrevieja. Esta infraestructura, en la que el
Ministerio de Medio Ambiente ha invertido 219 millones, está
completamente terminada a falta de que se instale un pequeño tramo de
las tuberías de toma y vertido de agua que, al atravesar el puerto
torrevejense, necesita un permiso y una concesión de dominio público
portuario que la Generalitat tiene paralizados desde junio de 2009. El
PP, que capitalizó por motivos electorales la reivindicación del
trasvase del Ebro, templa ahora su criterio con idéntica finalidad para
no avivar los conflictos internos cuando Mariano Rajoy está a un paso de
acceder a la Moncloa. Aunque resulte chocante que el programa electoral
renuncie esta vez al trasvase y pese a que chirríe la conversión de
Esteban González Pons, quien con desparpajo llegó a tildar las
desalinizadoras de «nucleares del mar», bienvenido sea este giro
copernicano si permite estabilizar la política hídrica y, de paso, abre
la llave para aprovechar la desalinizadora de Torrevieja. Los ochenta
hectómetros cúbicos anuales que producirá son necesarios.
SALUDOS..........GIL
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