Un penetrante olor a podrido envuelve El Palmar. Las acequias donde desemboca la Albufera camino del mar se ven negras, putrefactas, como si un gran vertido químico hubiera alcanzado el parque natural. Flotando, miles de peces muertos, sobre todo carpas, avanzan arrastrados por la corriente hasta que una barca o unas cañas los detienen en su recorrido. En el humedal más importante de la Comunitat Valenciana no se ve ningún signo de vida y sus aguas más bien parecen una cloaca.
Ha sido la putrefacción de la paja del arroz, inundados los campos tras las intensas lluvias 15 días atrás, la causante de que las aguas se hayan corrompido. Además, la paja fermentada emana metano, un gas que acaba con el oxígeno necesario para la vida en el agua.
Los vecinos de esta pedanía, que viven del turismo generado por la Albufera, están indignados. «Nunca habíamos visto unas aguas tan contaminadas. Esto es una vergüenza», dice Pepet el Pastilla, que aún recuerda cuando el agua del lago se podía beber.
Pero la inundación de los campos por sí sola no hubiera contaminado la Albufera de no ser por la prohibición de quemar la paja del arroz. En 2007, la Unión Europea vetó una medida que liberaba cada año toneladas de CO2 a la atmósfera. Había que retirar la paja sobrante tras la siega, pero esta medida no se ha aplicado. «Es muy complicado y muy costoso», dicen los agricultores, que de momento sólo fanguean, es decir, remueven la paja con la tierra para, en cierto modo, eliminarla.
Turistas
De momento, los barqueros de la Albufera han modificado su recorrido turístico para no pasar por zonas con las aguas corrompidas. «Evitamos canales o acequias por donde antes pasábamos porque el olor es asqueroso». Sin embargo, los turistas que estos días de puente han estado en El Palmar se han llevado muy mala impresión. «Nos preguntaban cómo podía Valencia tener este humedal en tan penosas condiciones», relató Rosa, una conocida barquera.
Los pescadores ya han decidido además retirar los 'monells', redes verticales que se utilizan para pescar, vivas, las anguilas. «Estaban todas muertas», contó ayer un pescador de El Palmar. Centenares de ejemplares de esta especie autóctona de la Albufera han muerto en la última semana víctimas de la putrefacción en el lago.
Junto a un restaurante de la pedanía valenciana, un pato muerto ha permanecido a la vista de los turistas, hasta que algún vecino lo tiró a la basura. «Comen peces muertos y se contaminan. Lo mismo ocurre con las aves», explica un vecino. Hasta un perro muerto comparte aguas hediondas con los peces, cuya descomposición está ayudando a contaminar todavía más el parque natural.
Los vecinos de El Palmar exigen una solución. «Este año ya no tiene arreglo, pero no puede volver a suceder». Mientras, son ellos mismos los que intentan evitar que los peces muertos permanezcan junto a sus casas. Un vecino corta cañas para que los peces muertos no se enganchen entre las ramas justo enfrente de su casa. «Aquí no ha venido nadie a limpiar. Si tenemos que esperar a que venga algún funcionario estamos apañados», cuenta.
DESDE LUEGO, DESDE QUE EL BIGOTES NO ESTÁ EN LA COMUNITAT, SE HA NOTADO UN BAJÓN EN LA TOMA DE DECISIONES.
HABRA QUE SANTIFICARLO.
P.D.
ES UNA PENA QUE EN ESTE ARTICULO NO SE HAGA REFERENCIA A LOS 20 MILLONES DE EUROS QUE AL PARECER RECIBE LA GENERALITAT PARA AFRONTAR ÉSTE PROBLEMA EXCLUSIVAMENTE. ¡¡¡ I N C O M P E T E N T E S !!!
SALUDOS...........GIL
DESDE LUEGO, DESDE QUE EL BIGOTES NO ESTÁ EN LA COMUNITAT, SE HA NOTADO UN BAJÓN EN LA TOMA DE DECISIONES.
HABRA QUE SANTIFICARLO.
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