Son el eslabón humano de una cadena que comenzó a forjarse en el año 960, en época de dominio árabe bajo el reinado de Abderramán III. Entonces se organizó el jurado de riegos tal y como hoy sigue funcionando. Sin embargo, la evidencia más clara se encuentra en el año 1238, cuando el rey Jaume I , en los Fueros, confirmó al regadío valenciano los mismos derechos que tenía en tiempos de los árabes.
Es en esa fecha cuando se fija el lugar de reunión (la puerta de la Catedral de Valencia, donde antes había una mezquita), el día (el jueves, víspera de la fiesta del pueblo musulmán) y la hora (las doce de la mañana). Estos criterios se mantienen en la actualidad por los miembros del Tribunal de las Aguas. Son ocho, uno por cada acequia de las comunidades de regantes de la Vega de Valencia. Cada uno tiene su silla, en cuyo respaldo puede leerse Quart, Benàger-Faitanar, Tormos, Mislata, Mestalla, Favara, Rascanya y Rovella, el nombre de las acequias. A ellas se añade la de Xirivella, cuyo representante no tiene asiento.
Son, tal y como recogen las ordenanzas, cultivadores directos de la tierra, además de «honrado labrador de buena fama». Visten el blusón negro de huertano, aunque no siempre fue así. «Antes eran grises», explica Francisco Roca. Tiene 80 años y desde hace 37 es el alguacil. Paco, como todos le conocen en el Tribunal, habla a LAS PROVINCIAS mientras cuelga en perchas los blusones de sus compañeros, en la tercera planta de la Casa Vestuario. Ni siquiera él, con toda la experiencia que tiene en el Tribunal, lo ha vestido. Se podía ver en las sesiones de inicios del siglo pasado.
De lo que sí es portador es de buena parte de la iconografía de esta tradición milenaria. En su mano lleva el gancho, en cuyo arpón curvado puede leerse, repartido en ambas caras, 'Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia'. Pese a parecer un elemento ofensivo, se trata de una herramienta de trabajo cotidiano de los guardas. Sirve para levantar las compuertas de los partidores, además de ser eficaz para deshacer embozaduras.
Paco Roca empuñó el gancho casi por casualidad. «Un día vine al Tribunal por la Acequia de Xirivella y los síndicos me dijeron que había faltado (fallecido) el alguacil viejo, y que si yo me atrevía a sustituirle», recuerda.
Es un trabajo que «me gusta mucho», pese a que no está remunerado, salvo alguna gratificación ocasional. Ninguno de los síndicos tiene un sueldo por pertenecer al Tribunal, aunque sí cobras por presidir sus respectivas comunidades de regantes.
El novel en estas lides es José Comos, síndico de Acequia de Favara, que lleva apenas seis meses en el Tribunal. Explica que la labor del Tribunal no se limita a solucionar denuncias, sino que en las reuniones que celebran los jueves después de disolver el Tribunal comentan los problemas relacionados con deslindes, petición de obras...
Los conflictos mas comunes que llegan al jurado, tienen que ver con el uso del agua: quitarla a otro, no girarla (el agua de las acequias secundarias hay que devolverla a la acequia madre), salirse el agua de un campo y causar daños en otras propiedades o no limpiar bien la acequia.
Los conflictos mas comunes que llegan al jurado, tienen que ver con el uso del agua: quitarla a otro, no girarla (el agua de las acequias secundarias hay que devolverla a la acequia madre), salirse el agua de un campo y causar daños en otras propiedades o no limpiar bien la acequia.
ESTES INSTITUCIONS, LI FAN A UN ESTAR ORGULLÓS DE SER VALENCIÀ, I VÉNEN A TAPAR LA VERGONYA QUE PER UN ALTRE COSTAT SE SENT DAVANT DE LES NEFASTES ACTUACIONS D'ALTRES INSTITUCIONS (sense presumpció)
SALUDOS...........GIL
SALUDOS...........GIL
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