EDITORIAL
El parque de la Albufera, patrimonio cultural y natural de los valencianos, continúa siendo uno de los espacios protegidos más conflictivos de Europa, víctima de las tensiones que genera la actividad humana en su territorio y sus encontronazos con el criterio conservacionista que inspiró su declaración como Parque Natural en 1986.
La reciente aparición de aguas negras y malolientes en el puerto de Catarroja y el nunca resuelto problema de los lodos tóxicos acumulados en el fondo del lago que ha puesto otra vez en primer plano de actualidad el Consell Valencià de Cultura, evidencian que los indudables esfuerzos que la Administración del Estado y la Generalitat Valenciana han realizado para sanear la contaminada Albufera todavía no han dado su óptimo resultado.
La carencia de un Plan Especial de Protección del Parque Natural , derogado por el Tribunal Supremo en 2004, o la anulación por el Tribunal Superior de Justicia de un Plan Rector de Uso y Gestión, que rebajaba niveles de protección consolidados en anteriores documentos legales, son problemas pendientes de resolver por una administración que parece cómoda en una inacción que esconde los conflictos, pero no los resuelve.
En ese contexto de apatía institucional cabe interpretar la práctica desaparición de la insuficiente guardería del parque natural.La Generalitat no puede dejar exclusivamente en manos del Seprona o de las policías locales el control del espacio natural que identifica a los valencianos. Conservarlo es su competencia y su responsabilidad.
Publicado en LEVANTE-EMV el 22-02-09
SALUDOS........GIL
lunes, 23 de febrero de 2009
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