REMATAOR1



¡Vamos a rematarlos!
Martín Pacheco.
En lugar de hacer de la necesidad virtud y seguir las opiniones de los más sensatos, el señor Rus ha optado por alejarse de la moderación, practicando el defecto de la incompetencia lingüística junto al exceso de la incontinencia verbal. En esto hay que reconocer que ha llegado muy lejos: empezó tocando la batería y ahora se dedica a tocar los cojones (y perdónenme a mí la incontinencia y la coprolalia).El señor Rus, con la superioridad moral que le da la docta ignorancia, es decir, desde un saber que nada tiene que ver con el estudio, las aulas y los libros, y que debe ser ciencia infusa, arremetió el otro día en Xàtiva contra los profesores en general: a los de secundaria en huelga les llamó gilipollas, porque utilizan el normativo aleshores para decir entonces; y a los profesores universitarios, les acusó (¿con ironía?) de ser los que más saben y (ya sin ironía) los que más cobran y los que menos hacen (crípticamente: tienen siempre «la mano en el culo»). Hecho el diagnóstico, propuso la receta: «¡Vamos a rematarlos! ¡Vamos a rematarlos!», concluyó el Millán-Astray de la Costera. Pero, además, no contento con insultar y amenazar a los profesores, tuvo también tiempo para despreciar a los periodistas y a la prensa. Animó a los suyos a que no se acobardaran y le hicieran frente, dando implícitamente por supuesto que la prensa es un enemigo, falaz y despreciable («después, cuando ganamos las elecciones, quieren chocolate»). Ellos son malvados y nosotros somos los buenos.Sobre el presidente de la Diputación, el alcalde de Xàtiva, el presidente provincial del PP, a tenor de las declaraciones que le conocemos, habrá que concluir que sin tener facilidad de palabra tiene, sin embargo, serías dificultades para callarse y que con frecuencia cruza la frontera entre el graciós (senyor simpàtic que fa gràcia) y el gracioset (bocazas que hace maldita la gracia).Con todo, la levedad de la anécdota que comentamos (otro calentón de boca de un señor torrefacto), no debe hacernos olvidar la gravedad de lo que representa. Porque Alfonso Rus es un representante político, un hombre público, un conductor del pueblo o demagogo, nada sutil por cierto. Uno de esos que, dando puñetazos, cree estar expresando verdades como puños; de los que encuentran en el insulto la palabra justa o justo la palabra; en el desprecio gratuito la opinión ponderada y en la amenaza la advertencia. En la caverna platónica, el señor Rus representaría a la perfección esos ecos que se escuchan acompañando a las sombras y que, en el fondo de la caverna, entretienen a los prisioneros en la comodidad de sus prejuicios y creencias compartidas. «¿Y no matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?».
Pues ¡vamos a rematarlos!
LAS FOTOS, NO SON DEL LEVANTE-EMV.
SALUDOS..........GIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario